Emoción y personalidad
Hace unas semanas asistí al último Advanced Research Seminar del Leadership Development Research Centre (GLEAD) de ESADE. El tema tratado fue la Hipótesis de Marcadores Somáticos de Antonio Damasio (SMH – Somatic Marker Hypotheses). Dentro de la presentación, Artur Massana explicó también el conocido caso de Phineas Gage. Intrigado, me puse a investigar sobre el tema derivando en algunos aprendizajes muy interesantes.
Phineas Gage es uno de los casos más famosos de personas que sobrevivieran a un accidente grave con lesiones cerebrales. El 13 de septiembre de 1948 estaba trabajando en la construcción de un ferrocarril en Vermont cuando una explosión accidental proyectó una barra de hierro que le atravesó la cabeza entrando por algún punto de la mejilla y saliendo por el lóbulo frontal (Ver vídeo). Phineas no solo sobrevivió al accidente sino que desde el principio aparentó mantener intactas sus capacidades intelectuales y no sentir dolor. Se recuperó y fue dado de alta aunque su personalidad cambió y su carácter se volvió irregular, irreverente y grosero, demostrando poco respeto a sus semejantes. También se había vuelto impaciente y obstinado, pero caprichoso y vacilante a la vez.
Relacionando emociones, personalidad y zonas del cerebro
La citada hipótesis de los marcadores somáticos de Damasio se argumenta sobre la base de que dichos marcadores proveen de una señal capaz de identificar que eventos actuales han tenido consecuencias emocionales en el pasado. Como consecuencia intervienen y guían la toma de decisiones en entornos de complejidad e impredecibilidad Entraría dentro del campo de la Neurociencia Afectiva que se refiere a los sustratos neurales subyacentes de la emoción y el estado de ánimo. En esta área, el Sistema Límbico es uno de los modelos anatómicos mas aceptados en lo que se refiere a las regiones del cerebro involucradas en la emoción. Lo propuso Paul MacLean en 1949 y a pesar de haber sido criticado tanto empírica como teóricamente, el concepto de “cerebro emocional” de MacLean se ha mantenido dominante hasta hoy. Consiste básicamente en que el cerebro se puede subdividir en tres sistemas interactivos, el cerebro reptiliano, el más primitivo y responsable de las emociones más primarias como agresión y miedo, el “viejo” cerebro mamario responsable de las emociones sociales y el “nuevo” cerebro mamario o neocortex que representa la interface entre la emoción y la cognición, y sería responsable del control de las respuestas emocionales de los otros sistemas (Dalgleish, Dunn, y Mobbs 2009).
A su vez, casos como el de Phineas Gage donde se daña la parte ventromedial del lóbulo frontal enseñan que a pesar de mantenerse las funciones intelectuales intactas el daño produce inhabilidad emocional y comportamiento socialmente inadecuado.
Actualmente existe un campo de investigación interdisciplinario, la Neurociencia Social Afectiva que trabaja aproximando la psicología social y la neurociencia cognitiva.
Los tres niveles de análisis que se dan en este campo son el nivel social referente a los factores motivacionales y sociales que influyen en el comportamiento y la experiencia, el nivel cognitivo relativo a los mecanismos de procesamiento de la información y el nivel neural relativo a los mecanismos cerebrales.(Ochsner y Lieberman 2001).
Conclusión
Siguiendo en la misma línea argumental, debemos diferenciar las emociones de los sentimientos siendo las primeras estados corporales que responden a procesos no racionales generados en las estructuras subcorticales. Serían mecanismos básicos que responden a estímulos de manera innata. Los sentimientos por su parte relacionan la emoción y el objeto que la excita tomando consciencia de la emoción en sí mediante procesos racionales a nivel cortical. Aquí debemos distinguir entre emociones primarias como aquellas innatas y preorganizadas que dependen del sistema límbico y secundarias consecuencia de la formación de conexiones sistemáticas entre los grupos de objetos y situaciones por un lado y las emociones primarias por otro (Damasio 2006).
Llegados a este punto habría que ver cuáles son las denominadas emociones básicas y cuales son variaciones de estas. Quizás las más aceptadas son Felicidad, Tristeza, Ira, Miedo y Disgusto. Aunque si bien es cierto que en este punto no hay acuerdo y que hay autores que hablan de dos mientras otros hablan de diez, casi todos incluyen bajo una definición u otra las cuatro primeras de las cinco citadas (Ortony y Turner 1990).
Finalmente vemos por qué el pobre Phineas Gage a pesar de haberse recuperado físicamente nunca volvió a ser el mismo. La lesión le impedía emociones fundamentales, necesarias para evaluar situaciones cotidianas y para interactuar con los demás. La personalidad le cambió para siempre.
Referencias
- Dalgleish, T., Dunn, B. D., & Mobbs, D. (2009). Affective Neuroscience: Past, Present, and Future. Emotion Review, 1(4), 355–368. https://doi.org/10.1177/1754073909338307
- Damasio, A. (2006). Descartes’ error : emotion, reason and the human brain. London: Vintage.
- Ochsner, K. N., & Lieberman, M. D. (2001). The emergence of social cognitive neuroscience. American Psychologist, 56(9), 717–734. https://doi.org/10.1037/0003-066X.56.9.717.
Ortony, A., & Turner, T. J. (1990). What’s basic about basic emotions. Psychological Review, 97(3), 315–331.